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Capítulo ciento cuarenta.

Jiya negó con la cabeza, su expresión llena de pesar.

—No, tío. La última vez que hablamos fue cuando estábamos en el colegio. Nos despedimos y todo parecía estar bien.

—Oh, Dios mío —susurró la madre de Meera, su voz quebrándose mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

—Espero que no le haya ...