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Capítulo ciento treinta y siete.

Meera no podía ver nada. La oscuridad a su alrededor era sofocante, su visión obstruida por la tela negra atada firmemente sobre sus ojos.

Se sentó allí, sus manos atadas temblando ligeramente detrás de ella, mientras trataba de procesar lo que estaba sucediendo.

Había estado en este lugar oscuro ...