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Capítulo ciento veinticuatro.

—No puedes obligarme a casarme solo porque conviene a tus planes. No me voy a casar con tu hijo.

El señor Madhav soltó una risa baja, sacudiendo la cabeza como si su desafío le divirtiera.

—Estás equivocada, Meera. Esto no se trata solo de mí. ¿Sabes qué pasa cuando mi hijo pone sus ojos en algo—o...