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Capítulo ciento veintidós.

Meera estaba sentada en su escritorio, concentrada en terminar las últimas líneas de su tarea.

El leve zumbido del viento contra los cristales de su ventana había sido un ruido de fondo constante toda la noche, creciendo en intensidad con cada hora que pasaba.

Miró afuera; el cielo estaba cargado ...