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Capítulo ciento dieciséis.

—¡Haa!!— El grito agonizante de Veer resonó por la jaula tenuemente iluminada. El sonido rebotaba en las frías paredes grises, mezclándose con el leve olor metálico de la sangre en el aire.

Su rostro era un lienzo de dolor—magullado, hinchado y manchado con sangre seca. Un ojo estaba casi cerrado p...