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La sangre chisporroteaba en la piedra como si tuviera algo que decir. Demasiado tarde.

Miré hacia abajo, a lo que quedaba del Agente Micah, mi antiguo manejador más leal. —Hombres débiles —murmuré, empujando la muñeca carbonizada con la punta de mi bota—, hacen malos aliados.

Me había fallado. Nos...