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—¡Por favor, mi señor!— exclamó Aekeira, atrayendo su atención. Sus manos se juntaron en una súplica desesperada. —¡Muestra misericordia hacia mi hermano!

—¿Misericordia? ¿Por qué? ¿Vas a ofrecerte de nuevo, como lo hiciste en la corte?— la voz de Zaiper era un ronroneo burlón.

—Sí— la respuesta d...