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Solo quedaba Madam Livia.

—Por favor, no se vaya, Madam Livia. Tengo miedo— Las lágrimas corrían por sus mejillas. No quería quedarse solo con la bestia. Solo pensarlo le llenaba de pánico abrumador. —No se vaya—

Otra ola de espasmos lo recorrió, y gritó de dolor.

La bestia gruñó, luego levantó u...