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CAPÍTULO 111

Me doy la vuelta.

Está envuelta en una toalla, otra enrollada alrededor de su cabello, y sus ojos—

Dios, sus ojos no se parecen en nada a los de la chica que conozco.

Están cansados. Reservados.

—Yo— empiezo, pero no salen palabras.

Ella avanza más en la habitación, sin molestarse en ocultar la ira ...