




05
Tuvo que ser una broma. O al menos, no lo que estaba pensando.
Los ojos de mi padre se volvieron más serios mientras se acercaba a mÃ. —Pensé en ofrecerle a Nora, pero ella ya está con alguien más, y el Rey Alpha podrÃa enfurecerse si piensa que estamos tratando de ofrecerle a la mujer de otro. Por eso eres la única opción que tenemos, Lyric. Y... no tienes idea de lo perfecto que es que hayas recuperado tu rostro. Inicialmente, me preocupaba que tuviéramos problemas con el Rey Alpha aceptándote, pero ahora, estoy seguro de que estará encantado.
—Espera un momento —dije con desdén, colocando una mano sobre mi muslo—. Por favor, no me digas que me hiciste viajar todo el camino desde Draconis solo para decirme que estoy a punto de ser sacrificada a un demonio.
Ningún lobo era ajeno al nombre 'Darkspire'. Incluso yo, que sabÃa poco de los asuntos de la Manada, sabÃa lo peligrosos que eran y nadie querÃa tener nada que ver con ellos; ni en esta vida, ni en otra.
—Alpha Jaris no es un demonio —dijo mi padre sorprendido.
—Pero eso es exactamente lo que es. Hace años, dijiste lo mismo.
Alpha Jaris Dreadmoor era el hombre más despiadado del que habÃa oÃdo hablar. Las historias de cómo habÃa conquistado a sus enemigos —y a veces, a sus amigos— no eran novedad para la Manada. Siendo de una familia que producÃa solo los Alphas más fuertes, actualmente era el Rey Alpha de Darkspire, un hombre al que todos temÃan y no deseaban terminar en sus malos libros. No sabÃa cómo era fÃsicamente. Nunca habÃa tenido el privilegio de conocer a alguien como Jaris Dreadmoor. No es que alguna vez quisiera hacerlo.
—¡Hay rumores de que mató a su propio padre y hermano! —levanté mi mano en el aire—. ¿Cómo quieres que esté con alguien as�
—Esas son meras especulaciones, Lyric. Además, solo estarás con él por un año.
—No necesitas un año para matar a alguien, papá. Todo lo que se necesita es un minuto, como máximo. Pero para alguien como Jaris, estoy segura de que medio minuto serÃa suficiente. Además, ¿por qué tiene que ser por un año?
Por lo que habÃa oÃdo, Darkspire no tenÃa una Luna aún desde la ascensión de Jaris. Pero si querÃa tomar una Luna, ¿no serÃa a largo plazo o algo asÃ? ¿Por qué solo pedÃa un año?
—Honestamente, no lo sé, Lyric.
—Y no te importa —interrumpÃ, con dolor acercándose a mi corazón—. Todo lo que te importa es darle una Luna para que puedas quitarte el problema de encima. No te importa el problema que me estás poniendo a mÃ.
Por una fracción de segundo, el asombro cruzó su rostro. La Lyric que conocÃa nunca discutirÃa con él. Ella habrÃa aceptado humildemente cualquier cosa que él quisiera. Bueno, digamos que llegué a conocer mi valor cuando me di cuenta de lo hermosa que era. Esta Lyric estaba cansada de ser la marioneta de la gente.
Mi padre se acercó lo suficiente para tomar mi mano. Esta vez, se veÃa tan preocupado que temà que pudiera arrodillarse.
—Lyric, por favor —me dio un pequeño apretón en la mano—. Esta es la última vez que te lo pediré como tu padre. Solo haz esto por mÃ, solo por un año. Y te prometo, me harás el padre más feliz.
****â€
Horas después, estaba en mi habitación —o lo que solÃa ser mi habitación— mirando mi reflejo en el espejo. Llevaba un vestido largo rojo con mi cabello cayendo sobre mi hombro. Estaba completamente lista para conocer al Alpha Jaris, aunque preferirÃa no hacerlo.
Algo no se sentÃa bien. Él queriendo una Luna solo por un año... estaba mal. Pero mi padre casi se habÃa arrodillado suplicándome antes. No podÃa decepcionarlo. Además, antes de que se emparejara con su segunda esposa, hubo momentos en que fue bueno conmigo.
Intenté resistir la tentación mientras miraba el cajón frente a mÃ. Pero fallando miserablemente, lo abrà y saqué el escaneo. Mi corazón se fracturó completamente, reabriendo viejas heridas.
Era la única imagen en el mundo que tenÃa el poder de matarme cada vez que la miraba, pero era como una droga para mÃ. Estaba adicta y apenas podÃa pasar una hora sin tocarla. Sin sentirla.
Una lágrima cayó de mi ojo mientras deslizaba mi dedo sobre las imágenes que delineaban las formas de los bebés no nacidos en el útero.
Cinco años, y aún asÃ, lo mejor que me ha pasado. Y lo peor. Pero prefiero aferrarme al hecho de que fue lo mejor.
Me dolÃa tanto mirarlos, pero no podÃa parar.
El sonido de alguien intentando abrir mi puerta interrumpió mis pensamientos. Volvà a la realidad de un tirón y escondà rápidamente la foto. Me habÃa asegurado de cerrar la puerta hace un rato, no querÃa que nadie me viera con la foto.
Al abrir la puerta, encontré a Nora, furiosa.
—¿Cómo te deshiciste de tu cicatriz?— Su voz resonaba con indignación. —¿Y cuál es exactamente tu plan? ¿Quieres que todos vean lo hermosa que eres, verdad?
Rodé los ojos, mi dolor anterior disolviéndose temporalmente. —Por favor, no me digas que tocaste mi puerta solo para quejarte de lo bien que me veo. ¿Qué, realmente pensaste que me verÃa tan horrible para siempre?
Su mirada se volvió aún más frÃa. —Bueno, solo para que sepas, esto no cambiará nada entre tú y Roderick. Pronto, él estará aquÃ, ambos irán al templo y terminarán su ruptura.
Me di cuenta instantáneamente. Oh, no.
—Espera— parpadeé. —¿Tú y Roderick?
Una sonrisa triunfante jugó en sus labios. —Hace años, las cosas no funcionaron entre nosotros. Pero ahora, él está listo para elegirme.
Bueno, si Roderick no era un bastardo mayor.
—Ugh, me decepcionas, Nora. ¿Usando mis sobras?— hice un chasquido. —Considerando que siempre te has creÃdo la bonita, esperaba más de ti.
Una mirada tensa frunció sus cejas. Abrió la boca para decir algo, pero la interrumpÃ. —No tienes que preocuparte. Estoy hecha con Roderick y no puedo esperar para terminar completamente las cosas con él.— Cerré la puerta en su cara.
......
Un rato después, padre y yo llegamos a Darkspire en uno de sus autos de lujo. La Manada, conocida por ser la más grande y rica, era tan hermosa como la gente decÃa.
Estaba deslumbrada por la vista y no podÃa creer por un momento que serÃa Luna aquÃ.
Al bajar del auto, padre y yo fuimos conducidos a uno de los edificios por algunas sirvientas mientras sus guardias permanecÃan afuera.
La Gran Luna—la madre de Jaris—estaba en la gran sala de estar para recibirnos.
—¡Bennett! Estoy tan contenta de que hayas llegado— dijo la Luna, sus ojos mostrando poco entretenimiento.
—Saludos, Luna— incliné mi cabeza.
Ella me miró con sorpresa. —¿Es esta tu hija?— le preguntó a papá. —¡Bueno, bendito sea Seraphis, es hermosa!
No pude evitar sonreÃr. Luna Isolde, en su tiempo, fue una formidable Luna. HabÃa gobernado junto a su difunto esposo con mano de hierro, destruyendo a todos los que se atrevÃan a cruzar su camino. Siempre habÃa deseado conocerla.
—Por favor, vengan a sentarse mientras esperamos al Alfa Jaris. Él se unirá a nosotros en breve— nos mostró el sofá.
Su versión de 'en breve' resultó ser casi una hora después. Padre y yo ya estábamos agotados y seguÃamos mirando la puerta, preguntándonos cuánto tardarÃa el Alfa en llegar. ¿No estaba al tanto de que tendrÃa invitados? ¿Su... nueva Luna?
En un momento, Isolde parecÃa enojada y se fue. Cuando regresó, nos aseguró que pronto estarÃa aquÃ. Y de hecho, llegó.
El aire cambió en la habitación en el segundo en que la puerta se abrió, revelando a un hombre y dos más detrás de él.
La Luna respiró aliviada mientras se ponÃa de pie. Padre y yo hicimos lo mismo.
Era fácil identificar quién era el Alfa, ya que los otros dos hombres lo flanqueaban. Pero en el momento en que tuve una vista clara de su rostro, mi mundo se derrumbó.
No. No.
El horror agarró mi pecho, apretándolo hasta que sentà dolor. Esto tenÃa que ser una broma retorcida. Porque cómo en el nombre de Selene estaba mirando el rostro del mismo hombre que me habÃa arruinado hace cinco años.