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54.

En cuanto cerré la puerta con fuerza supe que las cosas se habían salido de control y que ya no habría marcha atrás.

— No puede ser, no puede ser  — dijo Estefanía.

La poderosa voluntad de la muchacha comenzó a quebrarse de repente y yo la sacudí por los hombros.

— Cálmate  — le grité.

El hombre...