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Suplicas Lujuriosas

—Eso

fue todo lo que hizo falta. Las manos de Darío bajaron completamente la

cremallera, y el vestido se deslizó de mi cuerpo y se acumuló en el suelo.

Rompí el momento para agarrarlo rápidamente y colgarlo en el armario.

La ceja de Darío se arqueó con un silencioso tono de burla mientras yo

regresa...