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CAPÍTULO 156

El dolor llegó primero. Una profunda, ardiente punzada en su pecho que parecía latir con cada latido del corazón. Luego, los sonidos se filtraron, el pitido constante de las máquinas, el chirrido de zapatos de goma sobre linóleo, voces susurradas justo fuera de su alcance.

Herod Preston abrió los o...