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CAPÍTULO 56

Nos quedamos en silencio unos minutos, disfrutando del calor mutuo.

Su mano se movía suavemente arriba y abajo por mi espalda en una caricia perezosa.

—Oh, olvidé preguntar... ¿Cuántos años tienes, Dante?

Él levantó una ceja, divertido.

—Tengo cuarenta.

Mis ojos se abrieron de sorpresa, haciénd...