




02
POV Aylin
Era evidente ya… algo nos estaba observando. Apenas escuchamos unos crujidos al ritmo de pasos ligeros y sigilosos, Eryan se incorporó en la cama como resorte, estaba más que tenso, su instinto de Alfa se había activado por completo, sin quitar el hecho de que la vibra en todo el lugar era pesada… extraña.
—Siento una presencia —dijo Eryan entre dientes, ya alarmado y robándome toda la tranquilidad por completo.
Nos levantamos intentando de no hacer ruido. Me aferré al fornido brazo de mi amado como si mi vida dependiera de ello y al instante me sentí más segura en esa situación.
—Eryan… por favor —susurré temerosa—. Ten cuidado, tengo un mal presentimiento.
Él me volteó a ver con una determinación inigualable que tanto amaba de él.
—Calma, mi amor, por nada del mundo dejaré que nada te toque ¿Ok?
Yo sonreí en la oscuridad y asentí a sus bellas promesas. Al instante él dio un par de pasos hacia atrás y sin dudarlo más su cuerpo se transormó.
Pude observar como su estructura ósea crujió para dejar emerger de él ese lobo grande, majestuoso, con ese pelaje oscuro y orbes verdes neón que reflejaban todo su poder.
Gruñó feroz y olfateó el aire para así lanzarse hacia la penumbra. No pude evitar que mi corazón se paralizara por una milésima de segundo y contuve la respiración; temía por él, por nosotros. Sobre todo si se tratara de alguien que manchara nuestra reputación antes de hacer lo nuestro oficial ¡Ni pensarlo!
Su voz de fiera resonó a la distancia y supe de inmediato que algo, lo que sea que fuera, sí estaba ahí afuera… no era producto de nuestra imaginación. Escuché el leve crujir de las hojas secas y supe que ese “algo” había salido huyendo entre los árboles a una velocidad sobrenatural.
El silencio se hizo presente, más no mi nerviosismo, no podía quedarme de brazos cruzados, así que cerré los ojos y permití que mi loba surgiera de mis entrañas. La invoqué y esta atendió mi llamado, como si estuviera esperando el momento perfecto para surgir nuevamente.
Pocas veces me había transformado desde que mi loba despertó en mí, como la primera vez junto a Eryan, en una noche de curiosidad y experimentación, aunque sabía que no debía hacerlo sin motivo, sin embargo no hubo repercusiones por aquella travesura…
Cuando una vez nos sentimos atacados por nuestro bando enemigo: los vampiros, aunque no llegamos a extremos de guerra por fortuna, pero esa sensación de transición, calor y poder, eran algo doloroso aun, pero a la vez me hacía sentir eufórica.
Ya en mi forma licántropa salí de la cabaña y mi pelaje blanco brillaba con la luz de la luna; así pues corrí tras Eryan hasta alcanzarlo entre los árboles. Él se dio la vuelta, pude notar que su pelaje oscuro estaba encrespado pero al verme se relajó y bajó la guardia.
En el instante en que él se acercó para rozar su nariz contra la mía, nuestras mentes se conectaron, era increible la .
«Te dije que te quedaras, Aylin». Eryan sonaba molesto y un tanto severo.
«Comprende que no me gusta dejarte solo y no te obedeceré cuando se trate de protegerte». Soné obstinada, pero quería que entendiera que contaba conmigo hasta en los momentos de peligro.
Eryan bufó con suavidad, pude sentir su sonrisa ante mi terquedad. Así comenzamos a merodear los dos juntos, en un compás sincronizado para buscar cualquier rastro de aquel intruso que dejó una estela de magia casi imperceptible, pero ahí estaba y languidecía a cada segundo al punto de desaparecer por completo.
No encontramos huellas para analizarlas, ni olores fuera de lo común que nos dieran una pauta de quien era. Solo nos quedó la inquietud, la gran incógnita y el mal presentimiento.
Los dos asentimos y comenzamos a regresar a la cabaña, cuando yo noté algo brillante entre las hojas secas. Me adelanté ante un expectante Eryan y me dispuse a escarbar con mi nariz, él me siguió y también olfateó.
Se trataba de un fragmento diminuto de un cristal rosado, era evidente que emanaba de él una energía extraña que en lo personal me dio un cosquilleo de desconfianza en mi columna vertebral.
«No lo toques, ya veremos mañana qué puede significar», me dijo Eryan, tratando de no darle importancia, pero yo sabía que no había que tomarlo a la ligera.
Hice caso a las palabras de mi amado y volvimos a la cabaña. Cambiamos de forma y cubrimos nuestra desnudez con la ropa que habíamos dejado desperdigada en el suelo de la habitación.
Aun era de madrugada, nos miramos y nos tomamos de las manos porque aquella noche sería inolvidable, al menos para mí.
—Te iré a dejar a tu casa, mañana será nuestro día —me dijo Eryan con la emoción en sus palabras.
—Así es, nuestra ceremonia aguarda, debemos descansar —susurré a su oído y pude sentir como se estremecía con mi contacto.
Él no pudo resistirlo, se inclinó para besarme en la frente y luego bajó co suavidad para besar mis labios.
—Te amo, Aylin… como a nadie más —esas palabras me hicieron derretir al instante y me sonrojé.
—Te amo, mi Eryan…
Así nos escabullimos en la penumbra adornada por la luz de la luna, para llegar a nuestras casas, que no eran muy distantes entre sí. Prácticamente eramos vecinos y noté que mis padres dormían plácidamente, eso me indicaba que ellos no fueron los que nos siguieron.
Me dirigí hacia mi habitación y me tendí en mi cama para lanzar un suspiro y abrazar mi almohada con una sonrisa de oreja a oreja, porque mi primera vez con Eryan había sido más que especial y estaba cada vez más cerca de ser oficialmente su Luna, yo no cabía en mi felicidad.
Pero lo que yo no sabía, era que esa madrugada sería la última en la que mi corazón sintiera lo que era la paz y la tranquilidad con mi amado.