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Balas sobre cristal

Sam Brennam

Por primera vez desde que me mudé solo a los dieciocho años, abrí la puerta y dejé entrar en mis dominios a otra persona que no fuera Hildegard o Charlotta Brennan.

**Incluso mi señora de la limpieza sólo tenía una vaga idea de dónde vivía. La llevaban y traían a mi casa en au...