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A quemarropas

Sam Brennan lleva una gabardina negra que le cae como una maldición sobre los hombros anchos. Parece salido de un maldito retrato barroco, como un conde del siglo XVI cruzado con un demonio urbano. Está apoyado contra la pared opuesta, con un cigarrillo sin encender entre los labios. Gracias a D...