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Sus padres

Sus mejillas ardían ante el deseo desenfrenado que ardía en sus ojos como el mar de medianoche. Él acarició un pecho tierno, encendiendo un fuego candente que desmentía el suave movimiento. ¿Qué le estaba pasando? Abrió los brazos y él aceptó la invitación, estirándose sobre ella, su cuerpo musculos...