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45: Pecados repartidos por igual

Luziano se levantó de golpe, con los ojos encendidos en fuego. Raphael lo sostuvo, susurrándole entre dientes.

—No ahora. Si atacas, la pierdes para siempre.

Nayib desvió la vista, incapaz de soportar la escena. Renata seguía allí, inmóvil, abrazada al cadáver de su padre como si no pudiera acepta...