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¿Su primera pelea?

Después de terminar nuestra increíble comida compartida, llena de buena conversación, risas y coqueteo, nos dirigimos de vuelta al hospital para recoger mi coche. Cuando llegamos, él extendió la mano para pedir las llaves.

—Puedo conducirlo. Es mi coche.

—No, Laurel, porque si te pasa algo mientra...