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Capítulo 10.2

Apartándose, puso su frente contra la mía, su respiración tan inestable como la mía. Sonriendo dulcemente, me miró a los ojos.

—Me alegra mucho que estés bien —dijo con sinceridad, levantando la mano para acariciar mi mandíbula con el pulgar. Mi corazón se derritió.

—Es tarde. Voy a cepillarme los...