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56: Deja que me arruine

Los guardias se alinearon, formando una larga fila con la cabeza inclinada. Sus ojos estaban vacíos, humo salía de sus orejas mientras caminaba junto a ellos. El cielo se oscureció y las nubes retumbaron. Un trueno tan ensordecedor resonó, sin embargo, su agarre sobre ella era gentil, sus pasos inqu...