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34: Tus labios son como cereza

Mientras Atenea frotaba su piel, su mente vagaba. La ira consumía su corazón. Frotaba más rápido y con más fuerza, enviando espuma de jabón a su boca. Él se la quitó sin decir nada.

—¿Cómo está sanando tu espalda? —preguntó, limpiándose la espuma de la boca con su muñeca.

—Estuviste con otra mujer...