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58: Teodoro

Caminé por el pasillo alfombrado desde mi suite hasta la de Emma, con una sonrisa en los labios que no podía reprimir. La imagen de su rostro cuando vio mi bañera por primera vez—ojos abiertos de asombro, labios entreabiertos de deleite—se había grabado en mi memoria. Algo tan simple, esa enorme bañ...