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35: Teodoro

Guié a Emma desde nuestro santuario privado de regreso hacia el resplandeciente caos del salón de baile de la cumbre, su mano descansando ligeramente en mi antebrazo como un pájaro que podría alzar el vuelo en cualquier momento. Su aroma—a miel silvestre y hierbas de montaña—me envolvía a cada paso,...