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Capítulo 224

Apreté con fuerza la barandilla de la cama. Isabella acababa de dar a luz, pero su estado me dejaba apenas capaz de respirar. Su rostro estaba tan pálido que casi parecía transparente, y el olor metálico de su sangre saturaba el aire, intensamente abrumador.

—¡Samuel! —gruñí involuntariamente, mi c...