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⋆ Capítulo 97

—Me escuchaste, querida.

Tragué saliva y dejé mi bolso sobre la mesita de noche. Luego, apoyándome en ella para mantener el equilibrio, me quité los tacones uno por uno. Mis manos se sentían torpes. Sus ojos ardían con cada movimiento que hacía.

Dudé, pero luego alcancé los botones de mi blusa, de...