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⋆ Capítulo 61

Georgia y yo nos miramos por un segundo, sus ojos abiertos de pánico, los míos ardiendo como las últimas tristes brasas de mi dignidad. Mis mejillas estaban en llamas. Podía sentirlo—irradiando calor como si los dioses de los encuentros sociales incómodos me hubieran metido en el microondas.

¿Y Sor...