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⋆ Capítulo 50

Era medianoche cuando llegué a la mansión de Cillian. El cielo era de un oscuro terciopelo, las estrellas ocultas detrás de densas nubes, y mis pies ya arrastraban por el tipo de agotamiento que se adhiere a tus huesos.

Alfonso me recibió en la puerta, como siempre pulcro y tranquilo, como si no su...