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⋆ Capítulo 108

Al mediodía del día siguiente, Georgia y yo estábamos sentadas en la azotea con tazones de papel llenos de fideos mediocres. Era uno de esos días de primavera a medias, donde el sol brillaba pero el viento seguía siendo desagradable.

Georgia revolvió su comida con una sonrisa. —Entonces… ¿cómo estu...