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Capítulo ocho

Jay se aleja de mí, la frustración clara en su rostro.

—Voy a regresar enseguida.

Solo puedo asentir, incapaz de juntar mis palabras mientras mi cuerpo clama por liberación. No me muevo.

Jay abre la puerta.

—¿Qué carajo quieres? Te dije que no me molestaran —gruñe.

—Lo sé. Lo siento, pero tenem...