Read with BonusRead with Bonus

Capítulo cuatro

Jayce

Abro la puerta de la habitación e indico a las chicas que me sigan. Remi no duda, pero Rose se detiene por un momento.

—Rose, entra —le ordeno.

Ella obedece. Cierro la puerta y me doy la vuelta. Kitty está sentada en la esquina de la habitación. No levanta la mirada, y no lo hará hasta que se lo diga.

—Kitty.

En el segundo en que su nombre sale firmemente de mis labios, su cabeza se levanta de golpe.

—Ven aquí.

Ella se apresura y se coloca frente a mí, con los ojos en el suelo. Coloco mis dedos en su barbilla, levantando su cabeza, obligándola a encontrarse con mi mirada. Puedo ver que intenta contener una sonrisa.

—¿Aprenderás alguna vez a comportarte como una buena chica? —pregunto.

—Lo siento, señor. Estoy intentándolo —dice inocentemente.

Le agarro la cara.

—No creo que lo estés haciendo. Creo que disfrutas desobedeciendo a tu amo y portándote mal.

—Lo estoy haciendo, señor.

Sus ojos y sonrisa me cuentan otra historia.

—No, no lo estás. Ponte de rodillas.

Ella asiente con entusiasmo y se arrodilla frente a mí.

—Ves, puedes ser una buena chica.

Kitty me mira.

—Sí, señor. Lo siento.

Camino alrededor de ella. Cuando llego detrás, desvío mi atención hacia las chicas. Remi parece intrigada. Rose me mira, sus mejillas están sonrojadas, sus ojos llenos de emoción y curiosidad. Le sonrío con complicidad. Está disfrutando viendo cómo soy dominante.

—Manos detrás de la espalda, Kitty.

Ella hace lo que le pido. Camino hacia los colgadores en la pared y tomo una de las cuerdas. Vuelvo y me agacho detrás de ella. La ato hábilmente en cuestión de segundos. Después de todo, soy un profesional. Tiro de la cuerda y me aseguro de que esté lo suficientemente apretada. Kitty gime. Siempre le encanta que la aten. Siento los ojos de Rose sobre mí todo el tiempo.

—Te quedarás en esta posición hasta que tu amo o yo te digamos lo contrario. ¿Entiendes? —le susurro al oído.

Ella se estremece con mis palabras.

—Sí, señor. Entiendo —jadea.

Le acaricio el cabello y la elogio.

—Buena niña.

Ella gime.

—Gracias, señor. Prometo ser buena.

Me enderezo y me dirijo hacia las chicas.

—Es hora de irnos.

Abro la puerta y apresuro a las chicas a salir, cerrándola detrás de mí.

—¡Caray! ¡Eso fue caliente! —exclama Remi.

No me sorprende la reacción de Remi. Ha estado entusiasmada desde que llegó aquí.

Le sonrío.

—Siempre puedes probarlo tú misma. Nuestra comunidad es muy acogedora y está dispuesta a ayudar a los nuevos.

—Tal vez… —deja la frase en el aire. Creo que lo está considerando seriamente.

Me giro hacia Rose. Solo cuando estoy cerca de ella de nuevo me doy cuenta de lo pesado que es su respiración. De lo mucho más oscuros que parecen sus ojos.

—Dime, Rose, ¿eso te asustó o te excitó? Sé la respuesta, pero tengo curiosidad por escuchar cómo responderá. Si es que responde. Cierro la distancia entre nosotros y espero su respuesta. Ella traga saliva con dificultad y lucha por mantener el contacto visual conmigo.

—N-no lo sé —balbucea.

Coloco mi mano en su brazo y ella tiembla.

—Sí lo sabes. Solo que no estás lista para admitirlo.

Sus ojos se abren de par en par y traga saliva de nuevo. Abre la boca para hablar, pero luego cambia de opinión y la cierra. Espero pacientemente a que hable. Después de un momento, sin embargo, de repente se endereza y se recompone.

—No me conoces ni conoces mis pensamientos —afirma con firmeza.

Parece que ha encontrado su confianza o al menos pretende que la tiene. Muevo mi mano de su brazo a su mejilla. La acaricio con mi dedo.

Me río.

—Es lindo que pienses que te voy a creer.

Rose pone los ojos en blanco, se aparta y va a ponerse al lado de Remi. Me río para mis adentros y paseo para unirme a ellos.

—¿Qué sigue en la agenda, señor? —pregunta Remi.

—Tienes una entrevista con una de las Dommes. Rose viene conmigo a tomar una copa.

Se me ocurrió el plan en la cabeza hace un momento. Quería tiempo a solas con ella. Rose parece sorprendida y luego entra en pánico ante mi decisión. Remi mira de mí a Rose y sonríe con malicia.

Rose resopla y cruza los brazos sobre su pecho.

—Perdón, no estuve de acuerdo con esto.

—No estaba pidiendo, hermosa.

Rose va a protestar, pero le doy una mirada firme. En lugar de eso, murmura entre dientes y me lanza una mirada fulminante. Remi encuentra todo esto divertido.

Le doy a Remi las indicaciones de a dónde tiene que ir. Está justo al final del pasillo, y Roxy la está esperando.

—Ven conmigo, Rose.

Le ofrezco mi mano. Ella me mira con desconfianza pero la toma. La llevo de regreso a mi oficina. Podemos tomar una copa allí, donde es más privado. Siento el sudor en sus palmas. Me pregunto si siempre está tan nerviosa.

Entramos en mi oficina y cierro la puerta detrás de nosotros. Todos saben que no deben molestarme si mi puerta está cerrada.

Asiento hacia el sofá de cuero en mi oficina.

—Siéntate. ¿Quieres whisky, vodka, vino o una cerveza?

Rose hace lo que le dije.

—Ehm, un vino blanco pequeño, por favor.

Asiento y le sirvo una copa de vino y a mí un whisky de mi bar. Sí, esto es mejor, solo ella y yo.

Previous ChapterNext Chapter