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Capítulo ciento diez

Jayce

Recorro juguetonamente uno de mis manos sobre el pecho de Rose. Es un toque lento y suave, pero suficiente para hacerla gemir y que su espalda se arquee. Me muevo más abajo, descansando mi mano entre sus muslos. Con una caricia de mi dedo sobre su clítoris, ella jadea y mueve sus cadera...