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Capítulo 69

Llevamos un rato estacionados —lejos de la casa, lejos de todo lo que evocaba. Mis manos finalmente dejaron de temblar, pero la opresión en mi pecho sigue ahí, sorda y obstinada como una vieja herida que nunca sanó bien.

El aire entre nosotros es pesado pero tranquilo. Como si estuviéramos sentados...