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Capítulo 32

—Dios, flor. He querido volver a tener mi boca sobre ti desde la primera vez. Creo que ahora soy adicto a tu sabor.

—Mierda... Así, justo así.

Mientras la suavidad de su lengua se deslizaba sobre mi clítoris hinchado, mi cabeza se hundía en la almohada.

Y con la más suave de las succiones y una l...