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Capítulo 144

Estaba a mitad de doblar la última de nuestra ropa cuando escuché el clic de la cerradura. Mis labios se curvaron sin permiso, el corazón se agitó como siempre al sonido de sus pasos.

—¿Flor? —llamó, su voz baja y suave, con un rastro de cansancio.

—En el dormitorio —respondí, sin intentar ocultar...