Read with BonusRead with Bonus

Capítulo 43

El peso de mi estupidez seguía rondándome mientras me sentaba ahí, ahogándome en mis propios errores. El hedor frío de la sangre seca que emanaba en la oscuridad hacía que mi sangre hirviera.

Talia se había quedado callada, y no podía culparla; ¿quién no lo haría? Había sido imprudente y terca, arr...