




04 - Emily Harris
Suspiro y sonrÃo, avergonzada por la intensa mirada que estábamos intercambiando, luego decido romper el incómodo silencio que habÃa caÃdo entre nosotros. Sin embargo, por alguna razón, no podÃa apartar mis ojos de los suyos.
—Perdón por interrumpir tu tarde, pero cuando bajé, me di cuenta de que olvidé el sobre con varios de mis documentos aqu×. Él echa un vistazo a su escritorio, y noto que mis documentos están esparcidos por él. Me parece extraño, pero elijo no comentar al respecto.
—Señorita Harper…— llama a su secretaria sin romper el contacto visual conmigo. —Deje los documentos ahÃ, gracias—. La veo salir de la habitación sin decir una palabra, dejándome sola con este hombre que me intimida solo con mirarme.
No puedo apartar la mirada de él. Hay algo en su mirada que me atrae, como si fuera un imán acercándome más. Noto una sonrisa formándose en sus labios mientras señala con un dedo en mi dirección.
—En esas carpetas, hay un proyecto. Échale un vistazo— ordena, dejándome un poco confundida al principio.
Aun asÃ, hago lo que pide. Camino hacia el sofá en la esquina de su oficina y dejo mi bolso. Comienzo a hojear los documentos frente a mÃ, echando un vistazo en su dirección, emocionada por todos los detalles que contienen. Parecen excelentes, pero hay una discrepancia en algunos números, aunque sea menor.
No miro las últimas páginas ya que ya sé de qué trata el documento. Cierro la carpeta y la coloco en el escritorio, justo frente al hombre que me observa con curiosidad. Regreso al sofá, agarro mi bolso y me acerco a su escritorio nuevamente, extendiendo mi mano, esperando que me entregue mis documentos para poder salir de su oficina. En silencio, rezo para no ser acusada de espionaje.
—Dime qué piensas sobre lo que acabas de ver—. Su pregunta toca el mismo nervio que estaba tratando de evitar. Respiro hondo e intento dar una respuesta coherente.
—Es una auditorÃa, y por lo que he observado, la empresa en cuestión experimentó una pérdida de varios millones de dólares en un corto perÃodo de tiempo—. Él escucha mientras baja la mirada a los mismos documentos que me habÃa entregado.
—Lograste calcular eso en tu cabeza…— me doy cuenta de que no es una pregunta ya que sus ojos permanecen fijos en mÃ. —Quiero que respondas honestamente, señorita Harris.
Asiento, sin estar segura de hacia dónde va con su lÃnea de preguntas. Sin embargo, mi curiosidad se impone mientras espero su siguiente consulta.
Lo veo empujar todos los documentos de su escritorio a un lado. Hay una arruga en su frente, y puedo decir que está lleno de preguntas sobre mà en este momento.
—Quiero hablar contigo, hipotéticamente hablando, sobre contratarte—. Inclino la cabeza, con el corazón acelerado. —En unas semanas, habrá una gala en Nueva York para premiar a los mejores inversores americanos. Asisto cada año con Mike y nuestra asistente. Si te contratara, ¿cómo manejarÃas la escuela?—. Su pregunta es razonable, dado el escenario hipotético.
Pero hipotéticamente, no somos nada el uno para el otro. Su pregunta es puramente teórica, asà que es mejor mantenerse a la defensiva con respecto a esta posibilidad.
—No veo por qué eso serÃa relevante para el puesto, señor…— me detengo mientras él se pone de pie y se quita la corbata, haciéndose ver mucho, mucho más sexy y atractivo.
Intento controlar mis pensamientos, pero no se me ocurre nada más que decir. Doy unos pasos hacia atrás, intentando alejarme del hombre cuya mirada viaja de mi rostro a mi pecho. Lo que me inquieta es la sensación de que no le gustó verme retroceder. Las cejas fruncidas de Mr. Walker dejan claro que está confundido.
Me detengo cuando el sofá presiona contra la parte trasera de mis piernas. Su sonrisa se ensancha, y sé exactamente lo que está intentando hacer.
—Es muy relevante porque necesito que estés 'totalmente' presente en cualquier evento, que estés conmigo y tengas todas las respuestas a la mano— susurra mientras se acerca a mÃ.
Cuando dice "totalmente," puedo sentir el énfasis en la palabra. Empiezo a sentirme acorralada por su proximidad, y justo cuando su cuerpo está a solo unos pasos del mÃo, la puerta se abre de golpe. SonrÃo, dándome cuenta de que tengo una oportunidad de escapar de este depredador.
—Noah, la reunión...— siento la mirada del intruso dirigirse hacia nosotros.
Incapaz de apartar los ojos del CEO, noto la tensión que tiene con el visitante, quien parece haber interrumpido los planes de Mr. Walker. Me quedé fascinada por la tensión que logró crear entre nosotros con solo media docena de palabras. Ni siquiera la interrupción fue suficiente para romperla.
HabÃa una creciente curiosidad en nuestras miradas, y cuando miré sus labios y él miró los mÃos, el astuto hombre solo me dio una sonrisa, dejando claro que era exactamente lo que querÃa.
—¿Qué necesitas, Mike?— dice con un toque de reproche en su voz por ser interrumpido.
Intento liberarme de donde estoy atrapada entre él y el sofá y miro a su asistente, o lo que sea el papel de Mike en la empresa.
—Perdón, no sabÃa que tenÃas una visita. Solo vine a informarte que el lugar de la reunión ha cambiado a otro restaurante. Volveré más tarde con todos los detalles— dice apresuradamente.
Veo a Mike salir de la habitación y siento que la tensión regresa mientras el hombre vuelve a devorarme con la mirada. No puedo quedarme aquÃ. Necesito escapar de esta sensación abrumadora que ha causado, y tal vez una ducha frÃa me ayude.
Tengo demasiados problemas para permitir que cualquier implicación con Mr. Walker suceda. Cierro los ojos, y en el breve momento en que su mirada no está sobre mÃ, logro recuperar algo de compostura.
—Mr. Walker, necesito irme ahora. ¿PodrÃa por favor darme mis documentos?— pregunto amablemente.
Entrecierro los ojos al notar el indicio de frustración en su expresión ante mi solicitud. Pero sé que si Mike no hubiera entrado en el momento justo, con toda certeza lo habrÃa besado.
—Por supuesto, señorita— su voz profunda traiciona su desagrado ante mi petición.
Noah Walker vuelve a su habitual actitud arrogante. Veo cómo organiza cuidadosamente mis documentos en el sobre y me los entrega. Por un breve momento, nuestros dedos se tocan, y una corriente eléctrica corre entre nosotros.
No puedo fingir que no sentà ese pequeño choque. Sé que él también lo sintió, pero por su mirada frustrada, dudo que diga algo. Asà que lo mejor es actuar como si nunca hubiera sucedido.
—Gracias, y disculpe por interrumpir su tarde— digo, ofreciéndole una pequeña sonrisa antes de salir de su oficina, hiperventilando una vez más.
Pero esta vez, no me voy enojada, me voy llena de lujuria y deseo por un hombre al que nunca volveré a acercarme. Salgo corriendo de su oficina, de su edificio, y de su vida.
Al menos, eso es lo que creo...