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Se supone que es mío...

Lágrimas corrían por mis mejillas mientras me alejaba rápidamente del largo pasillo que conducía a la oficina de Lincoln. Un sollozo amenazaba con ahogarme, alojado en mi garganta como un bulbo espinoso, tan frágil y en peligro de romperse. El dolor calentaba mi pecho, sintiéndose como sangre acumul...