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Mi error

El momento en que Lincoln se fue, salté de la cama con el ungüento en la mano y me tambaleé hacia la cómoda. Seleccionando una de sus camisas blancas más viejas para usar, la llevé a mi nariz e inhalé profundamente. El olor de él, de Lincoln, me envolvió como un bálsamo de cálido sol y todo mi cuerp...