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CAPÍTULO NOVENTA Y UNO.

Confundida, incliné la cabeza. —¿Disculparte? ¿Por qué, mamá?

Ella tomó una profunda respiración, sus manos se deslizaron para apretar las mías con fuerza. —Mi consejo de que no hablaras con Alex fue una tontería. El peso de verlo todos los días y no poder decirle la verdad debe haber sido insoport...