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CAPÍTULO SETENTA Y SIETE.

Todavía estaba sentada allí, perdida en mis pensamientos cuando Alex entró. Su presencia me sobresaltó y me levanté rápidamente, con la intención de irme y darle su espacio. Pero cuando me giré para irme, su voz me detuvo.

—No tienes que irte por mí —dijo Alex, con un tono teñido de preocupación y ...