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CAPÍTULO SETENTA Y DOS.

El teléfono de Alex sonó, rompiendo el silencio. Presionó un botón y la llamada se conectó al altavoz del coche.

—Hola, cariño —la voz de Melissa llenó el coche—. Solo quería decirte que tu mamá está aquí. Ha estado esperándote.

—Gracias por avisarme. Llegaré pronto —respondió Alex.

—Está bien, n...