Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO.

Ya casi era hora de ir a la oficina, así que tuve que arrastrarme fuera del hospital para ir a casa y prepararme. Estaba completamente agotada—mi cuerpo entero gritaba por no haber dormido bien, pero no tenía opción.

Cuando me metí en la ducha, me sorprendí cabeceando mientras estaba de pie. Me cos...