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CAPÍTULO CIENTO UNO.

Me sentí abrumada de amor por él.

—Siempre tienes las palabras perfectas para animarme. Gracias, cariño.

Los ojos de Alex se iluminaron.

—¿Qué fue eso? ¿Me acabas de llamar "cariño"?

—Quizás —bromeé.

—¿Lo puedes decir otra vez?

—Cariño —dije de nuevo, esta vez levantando un poco la voz.

Alex ...