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atornillado

La segunda en que entramos en la gala, lo lamenté todo.

La sala era enorme, iluminada con la suave luz dorada de las arañas que colgaban del techo como rayos de sol congelados. El suelo de mármol pulido reflejaba todo—las copas de cristal relucientes, los vestidos elegantes, las joyas brillantes, l...