Read with BonusRead with Bonus

Confesión

La atmósfera era asfixiante.

Densa. Sofocante.

Tres pares de ojos estaban clavados en mí, observando, esperando. Su silencio era peor que los gritos, peor que las excusas. Mis propias palabras aún flotaban en el aire, presionando sobre mi pecho como un peso del que no podía librarme.

—¿Qué siente...