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Demasiado cerca, demasiado

El portazo del coche resonó. Un ataúd de metal, pero con asientos de cuero de lujo. El aroma de Dante era intenso, como madera oscura y algo peligroso, algo que hacía que mi estómago se revolviera. La sonrisa de Matteo en el espejo retrovisor era pura maldad, como si estuviera viendo una película.

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