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Apenas me eché junto a ella, me ganó un mareo tan intenso que me revolvió el estómago. Imagino que perdí el sentido, porque la voz de Milo me hizo reaccionar sobresaltado. Intenté incorporarme y Ronda me detuvo, meneando la cabeza.

—No te muevas —dijo con una mirada hacia los pliegues que cerraban ...