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Se apresuró a menear la cabeza.

—¿Estás segura?

Me enfadé conmigo mismo cuando el miedo se hizo predominante en su esencia.

—No la conocía, mi señor —respondió en un hilo de voz.

No había rastros de mentira en ella. Fruncí el ceño desconcertado.

—¿Entonces?

Me quedé de una pieza cuando tomó mi...